Reconozco que me chifla la idea y que ya me he montado mi propia película sobre este asunto. En ella está P., dentro de 20 años, a la salida del Royal Albert Hall rodeado de micrófonos de la prensa que le espera impaciente tras su última actuación. Él, 1,85 de altura, complexión fuerte, pelo ondulado y look informal, se muestra tranquilo en todo momento, cuando una guapa periodista con gafas le pregunta… “¿y cómo empezó todo?”. Y es entonces P. comienza a explicar:
“Pues todo empezó como suelen empezar estas cosas… Fue una noche hace más de 20 años… Yo acababa de cumplir dos y estaba con mis padres en el salón de casa cuando, de pronto, me agarré con una mano a una pequeña mesita frente al sofá e, inclinándome levemente hacia delante, me mantuve erguido mientras levantaba hacia atrás mi pierna derecha y la sostenía en el aire por unos segundos. Mi madre comentó entonces ‘¡anda, mira el niño éste, que ahora se pone a hacer ballet!’ y aquello debió de hacerme mucha gracia porque en apenas unos minutos estaba colocándome en la misma posición mientras decía: ‘¡¡vi hasé balé!!’. Mis padres rieron tanto con mi ocurrencia verbal (y corporal) que no paré de repetirlo durante algunas noches seguidas ¿sabe?… y desde entonces no he podido parar de bailar, fíjese…”.
"Mira que si estamos empeñados en el fútbol y resulta que lo que va a hacer este niño es bailar… ", me comentaban el otro día abu L. y N.
Y tienen razón. Aunque, por si acaso la cosa se queda en anécdota y ese arabesque no es más que el comienzo de un potente chut de balón, yo dejo testimonio gráfico y textual. Para que recordemos los tiempos en los que nuestro billy elliot quería bailar. Por supuesto en pijama, que como todos saben es como mejor se baila.
Aún conociendo la historia me vuelve a divertir porque me lo puedo imaginar y me troncho.
ResponderEliminarEl texto está a la altura de la situación.
Besos