Nativos digitales

28/3/11

Muchos no han traído el pan bajo el brazo que nos prometían nuestras abuelas, pero todos sin excepción portan smartphone, tableta táctil, o pizarra digital. Dispositivos de última generación que además nos van a enseñar a usar. No han conocido el walkman (qué digo walkman… el discman es basura prehistórica para estos nuevos geeks), ni por supuesto la máquina de escribir. De milagro han llegado al ordenador con teclado. Pero pueden desbloquear un móvil antes de saber andar, pedir que pongas a su abuela en videoconferencia en el ordenador, o que entres en la página donde están los juegos (¡y cómo juegan!). Apenas saben dónde queda Málaga, esa ciudad desde la que su abuela se conecta, pero ya saben que el mundo entero se esconde dentro de un ordenador. O de un móvil. Ya no hay dudas. Nuestros hijos son nativos digitales.
El término no es mío sino de un señor llamado Marc Prensky que escribió en 2001 el libro Inmigrantes Digitales (que es precisamente lo que somos todos los que no somos nativos) y de otros muchos autores posteriores. Y en fin, lo que parecía ciencia ficción hace bien poco es hoy una realidad que se va instalando silenciosamente en lo cotidiano sin que nos demos cuenta. Si no miramos, claro.
Hoy he tenido la ocasión de mirar. Lo he hecho a través de la foto de un amigo de una amiga mía, que esta amiga ha comentado en una conocida red social (uy, sólo este comienzo metalingüístico ya da para un ensayo sobre la era digital). En ella se ve a un padre (el amigo de mi amiga) sentado en una mesa con su portátil abierto, y a su lado, en primer plano, al que presumo es su hijo, no más de 4-5 años, manejando con el dedo la pantalla de un ipad o similar con la soltura que sólo tienen los que lo traen de serie. Me ha hecho ser consciente de lo que en realidad ya todos intuimos: que lo que para estos niños es hoy un simple juego y para nosotros carnaza para la entrada de un blog o para conversación de sobremesa, será de la forma más natural, su herramienta de trabajo, de estudio y de quién sabe qué mas, dentro de pocos años. De hecho ya nos advierten de que los achaques reumáticos de esos chavales tendrán nombres cómo “síndrome del dedo pulgar”, una inflamación en los tendones del dedo provocada al parecer por la contracción constante al escribir SMS. Madre del amor hermoso.
Y lo mejor de esta mirada, es que me ha traído directamente otra imagen (ésta desde el recuerdo analógico) de mí misma jugando a escribir cuentos con una máquina de escribir de color naranja que tenían mis padres en su despacho. La tecnología de entonces consistía en darle vueltas a un rodillo para colocar el papel antes de empezar a escribir. Al menos sabías cómo sacarlo si se enganchaba.
Apenas han pasado 30 años y ya un abismo digital nos separa de aquello. Y eso que en casa éramos muy frikis. ¡Teníamos Spectrum y maquinitas!

2 comentarios:

  1. Así es.
    Ya lo dice la palabra.Tecno...lógico!
    Y pensar que durante años no quise saber nada de la máquina de escribir.
    Cuando llegó a la ofi la primera electrónica fué una fiesta.

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  2. Mi niño también está siempre jugando con el ordenador de Jordi, el grande, le gusta más, incluso sabe buscar las series de la tv. También hace prácticas de mates, lengua, cono... y lo quiere hacer, ¿porqué?... porque es en el ordenador, y a la DS... poco caso, solo cuando no hay más remedio, se coge a ella cuando está aburrido, ¡le aterra aburrirse!. Me encantaría que se conocieran, Anas al menos estaría encantado, estoy segura. Todavía me acuerdo cuando fuimos a Las Rozas a enseñaros al retoño... ¡que nostalgia!. En fin, un abrazo fuerte, fuertísimo de tu amiga. ¡Me encanta leerte!. Un Muac: Luisa

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